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Ontología del Lenguaje & Relación (página 2)




Enviado por Jose Iriondo



Partes: 1, 2

 

Así la ontología comienza a descubrir en el lenguaje, a
advertir en él, variadas inflexiones y matices que
permiten observar diferentes posibilidades de enriquecer la
capacidad de acción
del ser humano.

En su búsqueda comenzó a identificar
muchos y diversos hablares y decires y a observar que ellos traen
diferentes resultados.

Rafael Echeverría en su "Ontología del
Lenguaje", se
interesa en establecer algunas premisas básicas para la
disciplina.
Una de ellas es que en el hablar se observan 5 actos
lingüísticos básicos identificados como:
juicios, declaraciones, afirmaciones, pedidos y promesas que
incluyen las ofertas, sobre los que se explaya.

Sostienen además los referidos seguidores de la
ontología del lenguaje que el acto lingüístico
base es la declaración, y dice que todo es una
declaración, hablar es declarar, cada vez que el hombre
habla declara algo, y lo sostiene a un punto tal que bien puede
decirse que hay un solo acto lingüístico, la
declaración, con cinco maneras de manifestarse: como
declaración, como juicio, como afirmación, como
pedido y como promesa que incluye la oferta.
Aquí, dice Jim Selman entre otros pensadores, que
expresada como declaración modificará el mundo de
maneras diferentes en razón de la autoridad de
quién sea el que declare. De ese modo distingue la
declaración de un juez al declarar un culpable, de otra
igual que sin esa investidura producirá efectos muy
diferentes.

Basado en ese concepto agrego
que además de la calidad de la
persona que
declare, el contexto juega un rol determinante en los efectos que
producirá en el mundo esa declaración. En ese
ejemplo la declaración de culpabilidad
que efectúe un juez solo tendrá efectos
jurídicos si se efectúa dentro del contexto llamado
juicio, fuera de él tendrá igual peso a la
efectuada por cualquier otra persona sin esa
investidura.

Entonces el hecho de identificar un acto
lingüístico como declaración no trae aparejado
en sí un efecto determinado, ya que éste
obedecerá a la investidura de la persona que lo emita y al
contexto en el que haya sido realizado.

De modo que, el hecho de hablar en sí mismo,
según propongo, es mas una posibilidad de acción
que su certeza
, y no necesariamente producirá un
determinado efecto en el mundo ya que éste para ocurrir
dependerá, en principio, del contexto en el que ese hablar
suceda y de quién sea el que hable, y hasta, según
el caso, podría no producir efecto alguno.

Divide luego la ontología al lenguaje en dos
grandes campos que llama descriptivo y generativo, con la idea de
diferenciar lo que sucede por el hablar, o las consecuencias que
hablar pueda causar en el mundo, y resulta evidente que describir
lo que sucede es bien diferente a generar que suceda otra cosa. A
modo de ejemplo cuando hablo de lo que pasa, o sobre lo que pasa,
estoy describiendo con el lenguaje, entonces mi hablar
podría llamarse descriptivo. En cambio cuando
creo algo nuevo con mí hablar, cuando genero algo,
entonces mi accionar puede considerarse generativo para esta
disciplina.

Avanzando luego sobre este razonamiento sostiene que hay
solo dos actos lingüísticos que generan
acción: pedidos y promesas. El pedir y el prometer ponen
en funcionamiento un proceso
generativo de acción. Como ejemplo, puedo hacer un pedido
de insumos para producir algo que he prometido entregar en una
fecha como producto
terminado a un cliente que me ha
prometido un pago al recibirlo. Esta secuencia puede continuar a
un punto tal que, según Fernando Flores afirma, una empresa es
una cadena de pedidos y promesas. En éste último
incluye a las ofertas en la idea de que al ser aceptadas
constituyen en sí una promesa de cumplirla.

Dentro del concepto de lenguaje descriptivo y generativo
será bien simple conocer anticipadamente de cuales
conversaciones se generará acción y de cuales se
obtendrá una descripción. A modo de ejemplo sobre una
conversación de queja se obtendrá una
descripción sobre lo que sucede y no me gusta, y si la
transformáramos en una conversación de propuesta se
obtendrá una posibilidad de cambiar eso que no me gusta.
Así la ontología sostiene que el lenguaje genera
realidad.

Desde mi observación el lenguaje es una posibilidad
y el hombre otra
con aptitud para utilizar el habla como herramienta para generar
acción, y de acuerdo a las distinciones que ese hombre
tenga sobre el lenguaje es que alineará su hablar hacia la
consecución de su propósito con mayor o menor
efectividad.

O sea que según lo veo, el hombre en su evolución aparece en el lenguaje y a su vez
el lenguaje es producto de la evolución
del hombre. Legitimando la capacidad creativa del hombre
parece razonable considerarlo creador del lenguaje que luego
evoluciona junto con él.

Puede interpretarse que el lenguaje permite al hombre
extrapolar su manera de crear potenciándola ya que al
suceder fuera de él puede observarla depositando sus ideas
en un espacio diferente del que ejerce para pensarlas, y ese
lugar de interacción es el lenguaje. El hombre se
observa en el lenguaje
.

Refiriéndonos a un hablar en sociedad y no
en soledad, este concepto es vital para la producción de efectos con el lenguaje, de
modo que ese resultado llamado efecto producto del lenguaje
estará relacionado con la manera en que sea generada y
recibida esa conversación.

Una vez generada la idea se deposita en el lenguaje
quedando liberada de su autor y el resultado que produzca
dependerá de las diferentes maneras en que los
involucrados participen en esa conversación, o sea
dependerá de la manera en que la escuchen, la interpreten,
la legitimen como observación, se relacionen con ella y
entre ellos, etc.

No obstante ello, y aquí lo sutil de la
observación, el solo hecho de hablar puede disparar la
capacidad generativa del lenguaje en el mundo ocurriendo efectos
por ese hablar. Si al menos uno de los involucrados en esa
conversación posee distinciones suficientes podrá
entonces orientar los efectos de ese hablar hacia el objetivo
pretendido. Si no, podrían generarse efectos no deseados,
un debate
estéril, acciones
desenfocadas, contexto inapropiado afectándose la
relación que, según propondré mas adelante,
es la base del íntimo poder
generativo del lenguaje.

Una interesante observación es adicionar al
pedido y la promesa para su efectividad la distinción
relación para así coordinar acciones. Esto se debe
a que el mayor de los juegos que le
da sentido al lenguaje, y en consecuencia a la Ontología
del Lenguaje, es la relación, y me refiero a la vida en
relación que justamente originó el lenguaje, ya que
este fenómeno, llamado lenguaje, solo tiene sentido en el
mundo en su relación con otro, y se hace visible y
palpable en esas cosas que en común se podrán
hacer, por o con el otro, como resultado de sus acciones
coordinadas.

De este modo será el lenguaje, como
fenómeno social, una herramienta al servicio de la
efectividad de lo que se quiera lograr o crear grupalmente o en
equipo. La coordinación de acciones en funcionamiento
será el testigo de lo que pueda permitir el lenguaje como
generador de acción común en ese equipo.

Por su parte la relación, como espacio para que
ese lenguaje tenga donde ocurrir, determinará la capacidad
de creación de resultados en una proporción
equivalente al tamaño de la relación. Dicho de otro
modo a mayor relación mayor capacidad de acción
coordinada, vale decir que, según dice Elena Espinal, el
tamaño de la relación influirá directamente
en el tamaño del resultado factible de lograr.

El lenguaje se identifica en relación con otros
seres, o sea que existe porque en su momento hubo un otro con
quién hacer, con quién coordinar acciones, alguien
a quién expresarle algo. Es, y ha sido, la herramienta
para crecer, para bajar del árbol, para
evolucionar.

Según parece el lenguaje ha sido una herramienta
para que madure y evolucione el hombre, y su disparador -o sea el
contexto que ha hecho posible que aparezca el lenguaje-bien
podría ser resultado del instinto de conservación
junto a la característica gregaria de la especie, la
búsqueda de aliados para asegurar y mejorar la
subsistencia, todo lo que origina un modo de relación de
nuestros antepasados entre sí que dieron posibilidad a la
creación de un contexto en el que el lenguaje tuvo
oportunidad de surgir. El lenguaje surge como creación
volitiva del hombre y prospera en sociedad en razón de su
utilidad
.

Propongo esta interpretación con el objeto de privilegiar
a la relación como marco base o fuente en la que el
lenguaje sucederá con todas sus aptitudes y facultades
generadoras de acción y diseñadoras de
futuro.

Hablo de que el lenguaje ocurre en la relación, y
su capacidad de generación dependerá del
tamaño y poder de la relación. La aptitud del
lenguaje como generador de acción es asombrosa y solo
podrá expresarse, germinar fructíferamente, si es
sembrada en una relación con espacio suficiente para
florecer. A la hora de regar, nutrir a la relación
dará el poder generativo al lenguaje, de otro modo su
alcance podría solo ser descriptivo.

Por otra parte conocer y utilizar los actos
lingüísticos para generar resultados, sea en sociedad
o equipos de gestión, requiere de un marco o contexto de
interrelación permanente, de dinamismo, ya que comprender
cada acto lingüístico como un hecho aislado genera un
movimiento
secuencial que solo ocurre al analizar el proceso. Diferente es
lo que pasa en el suceder, en esa dinámica en la que todo ocurre a espacios
que bien hasta pueden ser simultáneos. Es poco alentador
esperar o exigir a otro que analice, responda o piense en la
parte del proceso destinada a ello o en el momento en que a cada
uno le toque; muy por el contrario eso ocurre
caóticamente, de un modo vital, irreverente,
admirable.

En esta manera ese ¨ suceder ¨ hará su
manifestación en sociedad, aparecerá, en la
relación que esté ocurriendo en ese momento y que
como contexto será fuente del modo en que las cosas se
expresen, y en una gran medida de posibilitar que
ocurran.

De ese modo el pedir y el prometer como acción
utilizan el lenguaje y, según lo veo, suceden en "la
relación". Si la relación fuese distinta entonces
sucederían de manera distinta. Digo con esto que el
poder generativo del lenguaje, no deviene solo de la
utilización del pedido y la promesa como generativos de
acción, sino del contexto en que se expresen, ya que la
relación es su fuente y sustento.

Vale decir que si bien "la relación" no es fuente
de la acción, sí determina lo que Julio Olalla
denomina ¨ predisposición para la acción, a un
punto tal que, establecerá sus alcances y efectividad, o
sea su capacidad de generar cambios en el mundo.

Con predisposición para la acción Julio
Olalla se refiere a lo que a mí me suceda antes de
comenzar esa conversación, quién estoy siendo antes
de hablar, quién estoy siendo conmigo, con el otro, etc.,
o sea que me está sucediendo a mí, lo que sin
dudas, según él propone, impactará
directamente en mi hablar y en consecuencia en lo que pueda
coordinar como acción con otros.

Jim Selman señala que el origen de la
predisposición para la acción es el fenómeno
denominado escucha previa. Por escucha previa se refiere a eso
que yo pienso del otro, a esas experiencias que tuve con el otro
y por las cuales lo considero de una determinada manera a tal
punto que antes de que comience a hablar lo encasillo. Un
clásico ejemplo sería cuando observamos a alguien
basado en nuestras experiencias con él y pensamos
qué tontería va a decir este ahora, o que
genialidad dirá, que a efectos de este ejemplo es
exactamente lo mismo.

Basamos nuestra expectativa de él en nuestras
experiencias con él y hasta podemos decirnos lo que
él va a decir y antes de que hable; esto es lo que Selman
denomina escucha previa señalando que determinará
la manera en que nos relacionemos con él, esto Olalla lo
denomina predisposición para la acción. Queda claro
en el ejemplo que para ambos casos tanto la predisposición
para la acción como la escucha previa se basan en la
relación preexistente conmigo y con el otro.

Así es que propongo que la relación
estará condicionada por mi escucha previa, que será
fuente del contexto, que permitirá nombrar la
acción que resulte posible, y que luego sea coordinada,
diseñada, establecida, etc. a través del
lenguaje.

Por idéntica causa sostengo que la posibilidad
generativa de los verbos preformativos – pedir y prometer
– está directamente supeditada a la relación
entre los involucrados y no sólo a su interés de
generar algo diferente. El hecho de pedir y prometer tiene
vinculación inmediata con la relación en la que se
expresen, y si la relación surge del deber, será
entonces mucho menos poderosa y sus resultados o logros
correrán la misma suerte. Me estoy refiriendo a las
relaciones que deberían existir como sustento para los
resultados que se quieran lograr. Como ejemplo me referiré
a las coordinaciones de acciones que ocurren en las organizaciones
para llevar adelante sus objetivos.

Allí, vale la pena diferenciar entre
relación "dada" y relación "generada".

Hay empleados que se relacionan con otros solo en base a
la tarea que deben llevar adelante en común. O sea que la
relación que los une es laboral e
impuesta, no se trata de una relación generada sino del
producto secuencial establecido por el proceso organizacional que
los vincula. Así el vendedor que recibe del mercado un pedido
de producto lo trasladará al área que lo procesa,
produce, factura,
entrega, etc. estableciéndose dentro de ese proceso una
relación entre las partes protagónicas de la
secuencia y sin que estas hayan intervenido se les ha establecido
una relación, es lo que denomino una relación ¨
dada ¨, me refiero a que les fue dada.

En este ejemplo quiero mostrar que la sola
utilización generativa del lenguaje instalada en la
organización por medio de cursos internos o
capacitaciones dedicadas, no producirán por sí los
efectos propuestos, ya que se requiere para ello de construir un
modelo de
relación, y sin dudas la relación ¨dada¨
producirá efectos o resultados mucho mas limitados e
inestables que la relación ¨generada ¨ por los
propios participantes.

De este modo propongo que a la hora de coordinar
acciones resultará muy poderoso crear el espacio que
resulte necesario para que la relación entre los
participantes en ese proceso generador de valor, sea
instalada por ellos mismos y no solo acatada por obediencia
debida al proceso que describe esa actividad.

Llegamos así a la síntesis
del concepto analizado compartiendo esta pregunta: ¿"la
relación" entre las personas determina su nivel de
vínculo posible y opera como marco para que generen valor
de manera conjunta surgiendo ese espacio vital donde la
ontología del lenguaje tendrá la oportunidad de
producir su mayor aporte?

 

 

 

Autor:

José Iriondo

Consultor

Argentina.

Partes: 1, 2
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